Tu vida transformó la mía

Diego querido, se cumple el segundo aniversario de tu partida al más allá y aún, el mundo entero no da crédito de que esto sea real.

Ahora sos intangible, y sin embargo vivís en cada uno de nosotros permanentemente. Tu sonrisa, tus gritos de gol, tus frases y todo lo que nos diste, nos rodean a cada momento, en todo lugar. Mucho más, en este contexto mundialista en tierras árabes, donde es el primero que te toca seguirlo desde el cielo celeste y blanco, tus colores preferidos.

No hay una sola persona en toda la esfera planetaria que no te nombre. Para bien, millones, y para mal, solo unos pocos. Aquellos que se creen que están exentos de cometer errores, los vomitivos paladines de la moral, que aún así, te recuerdan.

Pelusa, Dieguito, Astro, Rey, Barrilete Cósmico, Señor Diez, Dios y tantos apodos más te fuiste ganando a lo largo de tu vida. Esa vida que transformó la mía, la nuestra, la de todos.

Estaremos eternamente agradecidos por tu magia, por tu fútbol, por tus convicciones, por tus luchas, por lo que fuiste, sos y serás.

Te adoramos, te extrañamos, te recordamos. Siempre.

Todos nos equivocamos y pagamos, pero la pelota, ¡la pelota no se mancha!